Sujetos que participan en la oferta de transporte público regular en Lima

HOJA DE RUTA #3

A casi haber completado dos décadas de iniciado el siglo XXI, el transporte público en Lima es, por decir lo menos, pintoresco y desfasado para una urbe de su importancia, extensión y población.
Tráfico en la Vía de Evitamiento.
Imagen: diario Perú.21.
Desde ya damos cuenta que el presente post no contendrá mayor calificativo sobre las personas que componen la oferta del transporte público regular, tema de otra entrada, sino que se limitará a enunciar las características de su respectivo rol.

1.- Los choferes o conductores

Los choferes o conductores de las unidades son las personas más importantes del sistema: sin ellos no hay transporte. En principio, son personas calificadas y cualificadas para poder manejar los diversas tipos de unidades que conforman el transporte público.
Chofer de unidad de transporte.
Imagen: Diario El Comercio.
En la práctica, en la mayoría de los casos se limitan a dictar cátedra de manejar a lo vivo en las calles: estacionan el vehículo por buen rato en un paradero –“chantarse”– sin avanzar ni dejar avanzar –estacionamiento en diagonal–, cometer casi todas las infracciones de tránsito en poco más de media hora de ruta, sobornando a las autoridades, sea policía o inspector municipal –que consienten a la vez dichos actos– en caso lo pararan y participando muchas veces en unas carreras dignas de “Rápidos y Furiosos” con un resultado totalmente incierto –desde llegar antes de lo esperado a tu destino hasta un accidente con consecuencias fatales–, lo que provoca mucha adrenalina en sus pasajeros; y lo anterior no excluye mencionar las maniobras temerarias con sus pasajeros –desde desembarcarlos en medio de la pista hasta arrancar el bus aún si uno tiene todavía un pie en el carro, estar en marcha con las puertas abiertas, etc.–.

2.- Los cobradores

Los cobradores son las personas que evidentemente hacen el cobro del pasaje adecuado a la tarifa que fija la empresa. Están presentes en muchas de las empresas de transporte público regular, especialmente aquellas que tienen en su flota unidades tipo midibuses, coaster o combis, siendo menos frecuente en los buses.
Cobrador de combi en San Juan de Miraflores.
Imagen: Ernesto Benavides/AFP Photo.
Sus características frases – “suba arriba”, “suba al estribo”, “avance al fondo”, “ahí entran 4”, “pie derecho”, “apéguese”, entre otras de todo calibre–, nos animan o amargan el día, según el caso y nuestro ánimo; así también sus infaltables peleas con los pasajeros por el cobro del pasaje –desde universitarios y escolares hasta señoras con grandes paquetes y adultos mayores y todos los demás– y su desesperada carrera para marcar el reloj de control de ruta en determinados puntos de la ruta o para poder cambiar en poco tiempo –“al vuelo”– un billete de 10, 20 o 50 soles.

3.- El chofer–cobrador

Es el resultado de la combinación de los dos anteriores. Mucho más frecuente en los buses, y en menor grado en los midibuses, esta persona cumple tanto la función de conducir el vehículo y de realizar el cobro de los pasajes. En lugar de un cobrador, suele acompañarlo una cajita que le ayuda en la labor del cobro del pasaje.
Chofer-cobrador en un bus.
Imagen: Panamericana TV.
Esta característica brinda una ventaja notable: prescindir de cobrador, lo que para muchos pasajeros suele ser un alivio (no más gritos ni frases de todo calibre, o al menos no con tanta frecuencia), así como para la empresa –un salario menos por pagar, si el cobrador responde a ella– o el chofer –un salario menos por pagar, si el cobrador responde a él, y nula posibilidad de ser “cutreado” (robado por su propio cobrador)–, según el caso. Asimismo, existe una desventaja, que se manifiesta en una mayor lentitud del recorrido, evidente en mayor o menor grado según la destreza del chofer–cobrador a la hora de realizar el cobro del pasaje.

4.- Los inspectores de boletos

Los inspectores de línea, presentes en el caso de empresas de transportes algo más consolidadas, son los encargados de verificar en ruta que los boletos correspondan a los números de serie del talonario que el chofer va anotando como cobrado.

En principio, estos personajes surgen como un mecanismo de control de las empresas para evitar cobros que el chofer (o cobrador, más estrictamente) no rendirá en la empresa, lo que puede arruinarte el viaje si es que no tienes el boleto a la mano –sea porque se te cayó, se te deshizo por el calor o simplemente se rompió–, acto “sancionado” con volver a pagar el pasaje; asimismo, en muchas oportunidades se ve cómo insistentemente preguntan al pasajero dónde ha subido y dónde bajará –situación que ocurre normalmente cuando el monto pagado es un sol–.

Algunas rutas de transporte –como la 3, la 18, o la 40 (todas del mismo consorcio)– cuentan con servicio de cobro con ticket electrónico, por lo que suelen prescindir de ellos.

5.- Los “jaladores” 

Los jaladores forman parte de la vida urbana de Lima en muchos de sus paraderos más grandes y complicados de manejar. Ellos, a toda voz, nos anuncian la llegada de un carro al paradero donde nos ubicamos, vociferando inmediatamente la ruta del mismo, con el objeto que la mayor cantidad posible de pasajeros lo aborde. Este servicio se realiza a cambio del pago de unos céntimos por parte del cobrador o chofer de la unidad, bajo amenaza –a veces real– de propinar unos golpes al vehículo (o al cobrador) si no le pagan lo que cree suficiente o no le dan nada.
Jalador en la Av. Manco Cápac.
Imagen: diario El País.
Son personas que siempre están presentes en paraderos, es poco frecuente verlos en otros lugares. Al estar permanentemente allí, suelen conocer por dónde pasan determinadas rutas, aunque normalmente la información que brindan no tiene la misma calidad que la de los “dateros”, esos personajes de los que hablaremos a continuación ni son en muchos casos las personas más confiables del mundo debido a que muchos de ellos padecen de una ansiedad crónica por ver lleno el carro antes que el mismo cobrador o chofer.

6.- Los “dateros” o "soplones"

Los controladores o “dateros”, en su gran mayoría y casi por definición no son parte de ninguna empresa de transportes. Permanecen sentados o de pie en diversos puntos estratégicos de la ciudad (y por ende, de las rutas de transporte) y que, por unas propinas de monto variable, dictan y “controlan” la frecuencia de unidades de la ruta –con frases como esta: “2-4-1-sopa” o “pato-cuadrado-trío”– a los cobradores (los que a su vez la repiten al chofer), o directamente al chofer, pero siempre anotando en un papelito la información brindada.
Datero en la av. Arequipa, cuando circulaban
microbuses. Imagen: diario UNO.
A veces también hacen de jaladores –con amenaza incluida–, pero en general suelen dedicarse en forma exclusiva a ser dateros, dado que los puntos estratégicos que hemos mencionado suelen ser en el 99% de los casos paraderos que ya cuentan –requiriéndolo o no– con sus respectivos jaladores.

La información que brinda puede ser importante también para el peatón que espera el vehículo, toda vez que conocer hace cuánto pasó el último ayuda a calcular cuánto falta para el siguiente. En este caso, esta información suele –en su mayoría– brindarse gratuitamente, aunque depende dl buen humor del datero.

7.- El ambulante

Por último, y no menos importante elemento de la ¿oferta? de transporte público, tenemos al ambulante. Sí, leyó bien: al ambulante. Nos explicamos: por ambulante nos referimos a aquella persona que inesperadamente sube al carro a ofrecernos un producto o a demostrar una gracia a cambio de una colaboración, o aquel que, desde la calle ofrece desde golosinas hasta bebidas o helados en los semáforos, atendiendo a quien desde la ventana lo llame; de esta manera se “complementa” el transporte público con diversos productos o servicios que ayudan a saciar el hambre, la sed o brindan entretenimiento.
Ambulante en una unidad de transporte.
Imagen: Peru.com
El nivel de peligrosidad de este “servicio” para el pasajero es variable, dado que básicamente cualquier persona puede ser un ambulante, independientemente de si pide o no una “colaboración” por su producto, servicio o gracia mostrada: jóvenes trovadores, oradores, predicadores religiosos, gente con mil historias, vendedores de golosinas, vendedores de comida, vendedores de piqueos, vendedores de gaseosas y refrescos, heladeros, cómicos, payasos, titiriteros, peluches, gente que se autolesiona, gente que apela a la lástima ajena, poetas, cantantes, bailarines, músicos, periodistas haciendo el sondeo de opinión de la semana y un largo etcétera.

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